«Fin del verano de 2012, cuando el año escolar
comienza en el hemisferio sur, mi pequeña hija
de 6 años y yo nos mudábamos a un nuevo lugar.
Las opciones eran quedarnos en la ciudad, o
dirigirnos al sur hacia un ambiente más
provinciano, menos agitado y con una mayor
calidad de vida. En esta ocasión la balanza
estaba inclinada hacía la vida en la ciudad…»